Monumentos necrológicos. Folio 1
Por: Julio González 18 agosto, 2018
Desde las postrimerías del Imperio Romano, ya habiendo dejado las catacumbas como lugar de entierro de sus difuntos, los fieles católicos eligieron iglesias y cementerios adosados a las iglesias para enterrar a sus muertos. Era costumbre —la cual perduró por muchos siglos— que los ciudadanos importantes, así como obispos y otros funcionarios, tuviesen como lugar de entierro una iglesia. Los demás mortales eran enterrados en cementerios usualmente ubicados al lado de las iglesias.
En algunas ciudades de las antiguas colonias de los imperios europeos en América se construyeron cementerios donde las familias económicamente pudientes levantaron novedosas y atractivas tumbas. Entre otros se encuentran los cementerios de La Habana, Buenos Aires y New Orleans, los cuales son hoy en día puntos de interés para los visitantes a esas metrópolis.
En el caso de Santo Domingo, todas las iglesias de la época colonial fueron albergues definitivos para muchos cristianos; sin embargo, por su tamaño e importancia, la Catedral Metropolitana tiene la mayor cantidad de tumbas y nichos, sumando 92 sepulturas, las cuales se iniciaron en 1524. Gracias a los aportes del sacerdote José Luis Sáez S.J., tenemos una visión más amplia de este aspecto de la Primada de América.
Para la identificación de los enterramientos en este templo haremos un recorrido por sus diferentes capillas, comenzando por su lado norte o nave del Evangelio y en dirección este oeste.
CAPILLA DE LAS ÁNIMAS. En esta capilla se encuentra Alonso de Fuenmayor, quien fuese el primer Arzobispo de Santo Domingo, fallecido el 31 de diciembre de 1556. Igualmente reposan allí Jesús María Troncoso (1855-1923), su esposa Baldomera de la Concha Troncoso (1844-1923), su madre María Antonia Troncoso Guillén (1822-1916) y su hijo Jesús María Troncoso de la Concha (1882-1916). También se encuentra María Josefa de los Santos Domínguez Gómez (1854-1930), esposa del presidente de la República Juan Isidro Jimenes Pereyra (1846-1919).
Igualmente, M. Eugénne Louis Lamieussens, cónsul francés en el país fallecido en 1852, y su esposa Louise Robert, fallecida en 1853.
CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES. Aparecen en esta capilla Amantina Sánchez (f. 1914) y su esposo Juan Fernández de Castro Real (f. 1918), perteneciente este último a una de las familias más antiguas de la ciudad, cuya presencia data del mismo siglo XVI. También Eugenio Generoso Marchena Peláez (1842-1893), quien murió fusilado en Azua por orden de Ulises Heureaux; su esposa Braulia Amiama Urdaneta (1835-1911) y una de sus hijas, Julia María Marchena Amiama (1868-1891).
También se encuentran José Antonio Pina Benítez (1826-1892), su esposa Cecilia Morel de los Santos (1826-1909) y un hijo de estos, el sacerdote Benito Ramón Pina Morel (1860-1916). Cabe señalar que una hermana de este último, Altagracia Pina Morel, casó con José María Gómez Bona, hijo de quien bordara la primera bandera dominicana, Concepción Bona Hernández (1824-1870). Igualmente es hermano de padre del sacerdote el trinitario Pedro Alejandrino Pina García (1820-1870).
Asimismo, en esta capilla se encuentra la tumba de Tomás de Portes e Infante (1777-1858), vigésimo sexto arzobispo de Santo Domingo.
Instituto Dominicano de Genealogía