Genealogía en la Sierra de San José de las Matas. Folio I

De Genelogía
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Por:   Edwin Rafael Espinal Hernández

Población, Endogamia Y Consanguinidad.[editar]

Los municipios de San José de Las Matas y Jánico se encuentran vinculados estrechamente en sus orígenes como enclaves humanos de lo que se conoce como La Sierra. De ellos, San José de Las Matas es la más antigua demarcación territorial de la provincia de Santiago, primero como pueblo, partido y parroquia en tiempos coloniales, y después como común y municipio en los siglos posteriores. Desde los puntos de vista demográfico y genealógico, su consideración como demarcación territorial a partir de la época colonial tiene un gran valor, ya que era la principal población de La Sierra, abarcando buena parte de lo que hoy se denomina Línea Noroeste, es decir todo el territorio al Oeste de la ciudad de Santiago, incluyendo la hoy provincia de Santiago Rodríguez y parte de las actuales provincias de Valverde y Montecristi.

Es esta, además, la única circunscripción que ha permanecido siempre dentro del mapa de la provincia de Santiago, en una historia de inclusiones y segregaciones. En efecto, la actual configuración territorial de la provincia de Santiago ha variado en el curso de los siglos. Esa transformación de sus límites aparece estrechamente vinculada, de manera principal, a la aparición sucesiva de textos legales producidos por diferentes gobiernos en el curso de la historia, los cuales modificaron las divisiones territoriales que la integraban, ya sea incluyendo unas o segregando otras, pero manteniendo perennemente a San José de las Matas dentro de la misma y en vinculación con Santiago de los Caballeros.

En la evolución de su configuración político administrativa, San José de Las Matas aparece con los nombres de Las Sierras, Las Matas, Las Matas de la Sierra o simplemente como San José de Las Matas, habiendo sido pueblo antes de 1795[1]; parroquia del Partido de Santiago hasta la cesión de la parte española de la isla en 1795 por el Tratado de Basilea[2]; parroquia del Primer Partido del Norte después de la reincorporación de la parte española de la isla a España, tras la guerra de la Reconquista[3]; común del Departamento del Cibao durante la Ocupación Haitiana[4]; común del Departamento de Santiago a raíz de la proclamación de la Independencia en 1844[5]; común de la Provincia de Santiago de los Caballeros en virtud de la Ley No.40 del 9 de junio de 1845[6]; Comandancia de Armas del Gobierno Político-Militar de Santiago en la época de la Anexión[7]; común nuevamente después del triunfo restaurador y finalmente municipio en atención a la Constitución proclamada el 1 de diciembre de 1955 y la Ley No.4381 del 10 de febrero de 1956[8]. De su lado, Jánico fue pueblo; cantón por decreto No.1433 del 19 de julio de 1875, segregándose entonces de la común de San José de Las Matas[9]; común de la provincia de Santiago mediante decreto No.1927 del 29 de marzo de 1881[10] y municipio al igual que San José de Las Matas en virtud de la Constitución de 1955 y la Ley No.4381 de 1956[11]. Es de observar que una categoría no comprendida entre las anteriores pero que también se les atribuyó fue la de “partido”, la cual ambas compartían ya para 1783 respecto de la parroquia de Santiago[12].

Los orígenes de la presencia humana en estos municipios se han explicado a partir de la hipótesis —sin respaldo documental, valga aclarar— de dos movimientos poblacionales desde zonas llanas. El Dr. Miguel Montalvo, en su pequeña obra “Imágenes de mi pueblo - San José de Las Matas” (Impresora Conadex, 1991), establece que el primero de ellos ocurrió a fines del siglo XV, cuando un grupo de españoles, por la seguridad que ofrecían las montañas y lo adecuado de su clima, se radicaron en algunos puntos, “llevando con ellos algunos de los grandes ganados que ya para esa época se desarrollaban en las regiones norte y noroeste de la isla”[13].

Esta primera migración no parecería desvinculada de un hecho histórico precedente, el primero registrado en estos lugares: la fundación, en el lugar hoy denominado Fortaleza, de la fortaleza de Santo Tomás en 1494, en el nitainato de Jánico, perteneciente al cacicazgo de Maguana. En este punto, el Almirante Cristóbal Colón dejó una guarnición de 50 hombres al mando de Pedro Margarit, número que aumentó posteriormente, llegándose a contar 300 españoles. Pero vale apuntar que esta primera fortificación española en el interior de la isla y segunda del Nuevo Mundo fue abandonada con toda seguridad después de la captura del cacique Caonabo por Alonso de Ojeda, uno de los objetivos implícitos en su fundación[14].

El segundo flujo migratorio se verificaría de acuerdo a Montalvo y al Dr. Piero Espinal Estévez, a partir de las devastaciones de las ciudades de Bayajá, La Yaguana, Puerto Plata y Montecristi —ubicadas en la banda Norte de la isla— por el gobernador Antonio de Osorio en 1605 y 1606: parte de los habitantes de esas ciudades, trasladados a la banda Sur, se presume se separarían del grueso de sus pobladores y se adentrarían junto a sus ganados en las estribaciones de la cordillera, “uniéndose a los pocos españoles ya establecidos allí desde hace varios años antes, comenzando en ese momento la verdadera colonización de esta parte de la isla”[15]. Las vías que les servirían de acceso serían sin dudas los caminos que fueron ruta de a pie para los aborígenes en tiempos precolombinos[16].

Conforme a los Dres. Montalvo y Espinal, esos pobladores se agruparon a orillas del río Inoa. “De esta manera” —dice Montalvo— “se originaba lo que en principio fue un pequeño hato o sitio de crianza y pastoreo de ganado y que con el tiempo daría lugar a un pequeño poblado y posteriormente a una villa”. Ese pequeño poblado, que se trasladó “unas leguas más arriba” del sitio original por las continuas crecidas del río en el siglo XVIII, fue llamado San José de Las Matas[17]. Somos de opinión que no sólo el Inoa, como abastecedor de un servicio básico, fue el único río junto al cual se situaron conglomerados humanos; podemos considerar también los ríos Bao, Jánico y Gurabo, por sólo citar algunos, en torno a los cuales se fomentaron núcleos poblacionales[18].

Desgraciadamente, la documentación existente sobre las comunidades de la Sierra data de principios del siglo XIX. La hipótesis de su población en los siglos XV y XVI, si bien atendible, queda pues en el campo de la especulación.

Las primeras referencias de habitabilidad de determinadas zonas se sitúan en el siglo XVIII. En efecto, ya en 1776 Jacinto Jacques en Las Matas y Manuel Báez en Jánico eran propietarios de esclavos[19] y hacia 1783, Las Matas y Jánico, como dijimos, eran “partidos” de la parroquia de Santiago[20], lo que demuestra su existencia como conglomerados humanos de interés para entonces. Estos asentamientos eran hatos: en efecto, el autor Manuel Hernández González, al describir ambos partidos, dice lo siguiente: “El partido de Las Matas, en la sierra abajo del sur, se localizaba a 7-8 leguas, desde el paraje de la ermita. Se extendía por 12 leguas con siete de ancho. Lindaba con los de Jánico y Ámina. Comprendía 104 hatos poblados de toda especie de ganado. Su vecindario era de 500 personas que lo habitaban siempre, a excepción de algunas familias que en las principales festividades del año concurrían a Santiago”. (…) “El de Jánico, lindante con Las Matas, abarcaba de seis a siete leguas de largo hasta el término de la jurisdicción de Santiago por el oriente y casi las mismas de ancho, con más de 20 leguas hacia el sur "de serranías despobladas e intransitables" Poseía 54 hatos y 330 habitantes con residencia fija”[21].

El acta de bendición de la ermita de Jánico de fecha 8 de diciembre de 1817 nos permite considerar también el siglo XVIII como aquel al que podemos remontar los más antiguos orígenes familiares. En este documento, el Pbro. José María Reyes Colón, Cura Rector y Vicario Foráneo de San José de Las Matas, dice que en ocasión de la bendición de la ermita construida “en el sitio de Jánico” por don Francisco Reyna, encontró tres campanas, una grande y “dos chicas que eran de la antigua ermita que había en el mismo paraje”[22]. El Pbro. Santiago Godbout, en su libro “Xanique - Su historia parroquial”[23], dice que “una ermita dura por lo menos de 40 a 50 años”, de donde se deduce que en el sitio de Jánico ya existía una población para 1767 ó 1777. Por demás, el Pbro. Reyes Colón hace constar en el acta citada que mandó a convocar “el vecindario de aquel destino” y que celebró “el mismo día a hora competente el Santo Sacrificio de la Misa con bastante concurso”.

El padre Godbout, al historiar las secciones de los municipios de San José de Las Matas y Jánico en sus libros “Xanique - Su historia parroquial” e “Historia parroquial de San José de Las Matas”, establece sus poblamientos por diversas familias a partir de los años de 1880, basado en las actas asentadas en los libros parroquiales, pero comparte la conclusión de que la presencia humana es comprobable desde el siglo XVIII, al resaltar como secciones más antiguas a Gurabo[24], El Caimito, cuyas familias emigraron de Jánico y Sabana Iglesia “en los años 1780 a 1800”[25], y Guama, cuyos primeros habitantes remonta a la primera década de 1700, “siendo uno de los primeros el señor Manuel Ureña”[26].

Testimonios de personajes de nuestra genealogía confirman igualmente nuestra hipótesis dieciochesca. Así, Anazario Collado Báez y Ramona Collado Adames, en la declaración que hicieron ante el Pbro. José Eugenio Espinosa el 13 de diciembre de 1862 en San José de Las Matas para obtener la dispensa eclesiástica exigida a fin de contraer matrimonio dada su consanguinidad, dijeron contar cada uno con 23 años y remontaron su ascendencia, el primero hasta su bisabuelo y la segunda hasta su abuelo, ambos hermanos, hijos de padres desconocidos. Si hacemos aplicación de la constante genealógica que marca en 30 años, más o menos, el desenvolvimiento de una generación, podemos señalar que, al menos el apellido Collado ya estaba presente en la zona en 1719.

La misma constante puede ser aplicada a otros personajes de nuestro árbol genealógico, como Julián Fernández Núñez, que nació cerca de 1819[27]; Isabel Ureña Mesón, nacida hacia 1820[28]; Manuel de Jesús Hernández Tavares, nacido hacia 1825[29], y Sara Valerio Gutiérrez[30], cuyo nacimiento acaeció aproximadamente en 1830. El nacimiento de sus padres se situaría, conforme la regla antes mencionada, entre 1789 y 1795.